23. Y cambiado, etc. Habiendo fingido a un Dios que pudieran comprender según su razón carnal, estaban muy lejos de reconocer al Dios verdadero: pero idearon un dios ficticio y nuevo, o más bien un fantasma. Y lo que dice es que cambiaron la gloria de Dios; porque como si uno sustituyera a un niño extraño, se apartaron del Dios verdadero. Tampoco deben ser excusados ​​por esta pretensión, que creen que Dios mora en el cielo, y que no consideran que la madera sea Dios, sino su imagen; porque es una gran indignidad para Dios, formar una idea tan grosera de su majestad como para atreverse a hacer una imagen de él. Pero de la maldad de tal presunción, ninguno estaba exento, ni los sacerdotes, ni los estadistas, ni los filósofos, de los cuales el más sensato, incluso el mismo Platón, buscó descubrir alguna semejanza de Dios.

La locura que aquí notamos es que todos intentaron hacerse una imagen de Dios; lo cual era una prueba cierta de que sus nociones de Dios eran groseras y absurdas. Y, primero, engañaron la majestad de Dios al formarlo a semejanza de un hombre corruptible: porque prefiero esta interpretación a la del hombre mortal, que es adoptada por [Erasmo]; porque Pablo no pone la inmortalidad de Dios en oposición a la mortalidad del hombre, sino esa gloria, que no está sujeta a defectos, a la condición más miserable del hombre. Y luego, al no estar satisfechos con un crimen tan grande, descendieron incluso a las bestias y a los más sucios; por lo cual su estupidez apareció aún más evidente. Puede ver un relato de estas abominaciones en Lactantius, en [Eusebio] y en [Agustín] en su libro sobre la ciudad de Dios.

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