18. Si es posible, etc. La tranquilidad y una vida tan ordenada como para hacernos amados por todos, no es un don común en un cristiano. Si deseamos lograr esto, no solo debemos estar dotados de una rectitud perfecta, sino también de modales muy corteses y amables, que pueden no solo conciliar lo justo y lo bueno, sino también producir una impresión favorable en los corazones de los impíos.

Pero aquí hay que tener dos precauciones: no debemos tratar de tener tanta estima como para negarnos a sufrir el odio de alguien por Cristo, siempre que sea necesario. Y, de hecho, vemos que hay algunos que, aunque se vuelven amigables para todos con la dulzura de sus modales y la tranquilidad de sus mentes, aún son odiados incluso por sus conexiones más cercanas a causa del Evangelio. La segunda precaución es, que la cortesía no debe degenerar en conformidad, para llevarnos a halagar los vicios de los hombres en aras de preservar la paz. Desde entonces no siempre puede ser, que podamos tener paz con todos los hombres, él ha anexado dos detalles a modo de excepción, si es posible, y, en la medida de lo posible. Pero debemos concluir, a partir de lo que la piedad y el amor requieren, que no debemos violar la paz, excepto cuando nos limite cualquiera de estas dos cosas. Porque debemos, en aras de la paz, acarrear muchas cosas, perdonar las ofensas y amablemente remitir todo el rigor de la ley; y, sin embargo, de tal manera que podamos estar preparados, cuando sea necesario, para luchar valientemente: porque es imposible que los soldados de Cristo tengan paz perpetua con el mundo, cuyo príncipe es Satanás.

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