15. Feliz al pueblo, etc. Así concluye que el favor divino había sido suficientemente demostrado y manifestado a su pueblo. Si alguien objetara que respiraba un espíritu grosero y mundano para estimar la felicidad del hombre por los beneficios de una descripción transitoria, diría en respuesta que debemos leer las dos cosas en relación, que aquellos que son felices y reconocen el favor de Dios en el disfrutan de la abundancia, y tienen un sentido de estas bendiciones transitorias que los lleva a través de la persuasión de su amor paternal para aspirar a la verdadera herencia. No es incorrecto llamar a aquellos felices a quienes Dios bendice en este mundo, siempre que no se muestren cegados en la mejora y el uso que hacen de sus misericordias, o que ignoren tontamente y supuestamente al autor de ellos. La amable providencia de Dios al no permitirnos querer ninguno de los medios de vida es sin duda una sorprendente ilustración de su maravilloso amor. ¿Qué es más deseable que ser el objeto del cuidado de Dios, especialmente si tenemos suficiente comprensión para concluir de la liberalidad con la que nos apoya que él es nuestro Padre? Porque todo debe ser visto con una referencia a este punto. Mejor sería al instante perecer por necesidad que tener una simple satisfacción bruta, y olvidar lo más importante de todo, que ellos y solo ellos son felices a quien Dios ha elegido para su pueblo. Debemos observar esto, que si bien Dios al darnos carne y bebida nos admite el disfrute de una cierta medida de felicidad, no se sigue que esos creyentes sean miserables que luchan por la vida en la pobreza y en la pobreza, por esta necesidad, lo que sea sea, Dios puede contrarrestar con mejores consuelos.

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