12. Al resplandor, etc. El salmista vuelve de nuevo a los relámpagos que, al dividir y al cortar las nubes, abren el cielo; y, por lo tanto, dice que las nubes de Dios (es decir, las que había puesto delante de él, en señal de ira, con el propósito de privar a los hombres del disfrute de la luz de su semblante) pasaron con el brillo que tenía ante él. Estos cambios repentinos nos afectan con un sentido mucho más vivo del poder y la agencia de Dios que los fenómenos naturales que avanzan en un curso uniforme. Agrega, que siguió a granizo y carbones de fuego; porque cuando el trueno se separa y desgarra las nubes, estalla en relámpagos o las nubes se resuelven en granizo.

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