3 Ustedes buscan y no reciben. Él va más allá: aunque lo buscaron, sin embargo, se les negó merecidamente; porque deseaban hacer de Dios el ministro de sus propios deseos. Porque no establecieron límites a sus deseos, como él les había ordenado; pero se dieron una licencia desenfrenada para sí mismos, a fin de preguntar aquellas cosas de las cuales el hombre, consciente de lo que es correcto, debería avergonzarse especialmente. Plinio en algún lugar ridiculiza esta imprudencia, que los hombres abusan tan malvadamente de los oídos de Dios. Lo menos tolerable es tal cosa en los cristianos, a quienes el Maestro celestial les ha dado la regla de oración.

Y sin duda no parece haber en nosotros ninguna reverencia por Dios, ningún temor a él, en resumen, ningún respeto por él, cuando nos atrevemos a preguntarle lo que incluso nuestra propia conciencia no aprueba. James quiso decir brevemente esto: que nuestros deseos deben ser reducidos: y la forma de reducirlos es someterlos a la voluntad de Dios. Y también nos enseña que lo que deseamos con moderación, debemos buscarlo de Dios mismo; que si se hace, seremos preservados de las disputas malvadas, del fraude y la violencia, y de hacer daño a otros.

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