Estas fuertes afirmaciones las basa, como siempre, en la voluntad y el poder del Padre. ὁ πατήρ μου … ἐσμεν. “Mi Padre que me ha dado estas ovejas, es mayor que todos, y por tanto nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Pero esto es equivalente a que yo diga que nadie puede arrebatármelas de mi mano, porque yo y el Padre somos uno.” ἐγὼ καὶ ὁ Πατὴρ ἕν ἐσμεν.

Cf. Juan 17:21-23 , ἵνα πάντες ἓν ὦσι. Bengel dice: “ Unum , non solum voluntatis consensu, sed unitate potentiae, adeoque naturae. Nam omnipotentia est atributo naturale; et serino est de unitate Patris et Filii. En su verbis Jesu plus viderunt caeci Judaei, quam hodie vident Antitrinitarii.

Pero Calvino tiene razón cuando niega que las palabras tengan este sentido: “Abusi sunt hoc loco veteres ut probarent Christum esse Patri ὁμοούσιον. Neque enim Christus de unitate substantiae disputat, sed de consensu quem cum Patre habet: quicquid scilicet geritur a Christo Patris virtute confirmatum iri.” Un embajador cuyas demandas fueran impugnadas podría decir con toda naturalidad: "Yo y mi soberano somos uno"; no queriendo con ello reclamar dignidad real, sino sólo afirmar que lo que hizo lo hizo su soberano, que su firma llevaba la garantía de su soberano, y que sus promesas serían cumplidas con todos los recursos de su soberano.

Así que aquí, como representante de Dios, Jesús presenta el poder del Padre como la garantía final, y afirma que en este sentido Él y el Padre son uno. Si esto no implica la unidad metafísica es otra cuestión. Cf. Tertuliano, adv. Praxeam , 22; Hipólito, c. Noetum , 7, δύο πρόσωπα ἔδειξεν, δύναμιν δὲ μίαν.

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