“Mi Padre que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”.

Esta seguridad se hace aún más cierta porque Aquel que es Todopoderoso, Su Padre, que es "mayor que todos", se las ha dado y vela por ellas. Nadie  puede  arrebatar de  su mano. Aquellos que son verdaderamente Suyos y han sido destinados a recibir la vida como resultado de la elección y el don del Padre, están eternamente seguros. Pero su certeza radica en el hecho de que están escuchando Su voz y siguiéndolo. Por un lado, los mantiene a salvo, pero por el otro, sus vidas revelan que están siendo guardados. Si esto último no es así, debe cuestionarse lo primero.

Una vez más vemos aquí que el Padre y el Hijo actúan en paralelo. Él sostiene a Sus ovejas con seguridad en Su mano, y Su Padre sostiene a Sus ovejas con seguridad en Su mano. Los dos actúan como uno.

'Más grande que todos'. Ya sea Satanás, las autoridades romanas, las autoridades judías o cualquiera que pueda atacar a su pueblo. Dios es más grande que todos juntos. (Hay una serie de variaciones menores en las autoridades antiguas sobre este versículo, pero el sentido general es claro).

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