Mi Padre, que me las dio, es mayor que todos; y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Mi Padre, que me dio [más bien, 'ha dado' dedooken ( G1325 )] a mí (ver las notas en Juan 6:37 ) es mayor que todos , con quien ningún poder adverso puede contender ( Isaías 27:4 ).

Y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. La relación de esta declaración con lo que los teólogos llaman la perseverancia de los santos no ha escapado a la atención de los expositores cándidos y reverenciales, incluso de aquellas iglesias que repudian esa doctrina. Desde este punto de vista, las siguientes observaciones de Olshausen sobre estas palabras de nuestro Señor tienen un valor especial: 'La imposibilidad de que los verdaderos creyentes se pierdan, en medio de todas las tentaciones que pueden encontrar, no consiste en su fidelidad y decisión, sino que es fundada en el poder de Dios.

Aquí se presenta la doctrina de la predestinación en su aspecto sublime y sagrado; hay una predestinación de los santos, que se enseña de un extremo a otro de las Escrituras; no, de hecho, de tal naturaleza que una "gracia irresistible" obligue a la voluntad opuesta del hombre, por supuesto que no, "sino que esa voluntad del hombre que recibe y ama los mandamientos de Dios se produce sólo por la gracia de Dios". Pero la declaración de ( Juan 10:29 ) está diseñada sólo para introducir la de ( Juan 10:30 ).

Yo y mi Padre, [ Egoo ( G1473 ) kai ( G2532 ) ho ( G3588 ) Pateer ( G3962 )].

(Debería ser 'Yo y el Padre') son uno , [ hen ( G1520 ) esmen ( G2070 )]. Nuestro lenguaje no admite la precisión del original en este gran dicho, 'Nosotros (dos Personas) somos Una (Cosa)'. Quizás 'un interés' expresa casi, aunque no del todo, el significado del dicho.

Parecía haber alguna contradicción entre decir que Su Padre los había entregado en Sus propias manos, de las cuales no podían ser arrebatados, y luego decir que nadie podía arrebatarlos de las manos de Su Padre, como si no hubieran sido dado de ellos. 'Tampoco ellos tienen', dice Él: 'Aunque Él me los ha dado, están tanto como siempre en Sus propias manos todopoderosas; porque ÉL Y YO TENEMOS TODO EN COMÚN.

Así se verá que, aunque la unidad de la esencia no es la cosa precisa aquí afirmada, esa verdad es la base de lo que se afirma, sin la cual no sería verdadero. Y Agustín tenía razón al decir que el "Somos" condena a los sabelianos, que negaban la distinción de Personas en la Deidad, mientras que el "uno" condena a los arrianos, que negaban la unidad de su esencia. (Bengel, a su manera concisa y precisa, lo expresa así: Per sumus refutatur Sabelio; per unum, Arrio.)

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