versión 22 . La investidura en vista de este envío. Como propiamente hay una sola misión, también hay una sola fuerza para cumplirla la de Jesús, que Él comunica a través de su Espíritu.

Las palabras: Habiendo dicho esto , sirven, como Juan 20:20 , para conectar el acto siguiente con las palabras precedentes. Hay dos opiniones extremas en cuanto al valor del acto descrito en este versículo. Según Baur, Hilgenfeld y Keim , el evangelista traslada a este día tanto Pentecostés como la ascensión ( Juan 20:17 ).

Pero el: Subo de Juan 20:17 no pudo haberse cumplido en el transcurso de este día; porque Juan 20:20 prueba que Jesús aún no tenía su cuerpo glorificado. Pero es del Padre que Él debe enviar el Espíritu ( Juan 7:39 , Juan 16:7 ).

Además, la ausencia del artículo antes de πνεῦμα ἅγιον, Espíritu Santo , muestra que la pregunta aquí todavía no es sobre el envío del Paráclito prometido en los caps. 14-16. De ahí que otros Crisóstomo, Grocio, Tholuck hayan concluido que aquí había un acto puramente simbólico, una prenda sensible del futuro envío del Espíritu. Pero este sentido es incompatible con el imperativo λάβετε, ¡recibe! Usted recibirá sería necesario.

Esta expresión implica una comunicación presente. No se trata aquí de una simple promesa ni de la plena efusión del Espíritu. Elevándose a sí mismo a una etapa de vida superior, Jesús los eleva, en la medida de sus posibilidades, a su nueva posición. Los asocia en su estado de resucitados de entre los muertos, así como más tarde, a través de Pentecostés, los hará partícipes de su estado de glorificados. Les comunica la paz de la adopción y la comprensión de las Escrituras ( Lucas 24:45 ); Él pone la voluntad de ellos al unísono con la Suya, a fin de que estén preparados para la obra común ( Juan 20:21 ).

Algunos comentaristas de Reuss , por ejemplo, ven aquí una alusión a Génesis 2:7 : “ El Señor sopló en las narices (del hombre) un soplo de vida. Pero me parece que el pensamiento de Jesús se refiere más al futuro que al pasado. Esta comunicación preparatoria les hará comprender necesariamente, cuando sople el viento del Espíritu, que este viento no es más que el soplo personal de su Maestro invisible.

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