13 Juan, sin duda, tuvo la culpa al abandonar así a los apóstoles. Pero parece haber una razón más profunda para su deserción. Siendo de Jerusalén y sobrino de Bernabé, representó la debilidad de la carne y su incapacidad para canalizar bendición a las naciones, por lo que no estaba espiritualmente calificado.

14 El sermón y curso de Pablo en Antioquía de Pisidia es sin duda un caso ejemplar. Por lo general, entraba primero que nada en la sinagoga y predicaba el evangelio del reino a los judíos de la dispersión ya los prosélitos gentiles que asistían a los servicios de la sinagoga. Sus sermones incluyeron todo lo que Pedro predicó acerca del Mesías como Hijo de David, pero fue más allá para llegar a los prosélitos. Siempre deben distinguirse las tres clases a las que Pablo predicó.

Estaban los hombres de Israel, sus hermanos, que estaban bajo la ley ya quienes pertenecían los pactos y las promesas. Pero a las sinagogas entre las naciones asistían en gran medida prosélitos, a quienes se les llama "temerosos de Dios", "devotos" o "reverentes", y generalmente incluían una compañía de mujeres. Los prosélitos, como clase, aceptaron el mensaje de Pablo, pero los judíos lo rechazaron, con muchas excepciones notables.

Fuera de estos estaban los gentiles propiamente dichos, los idólatras que no tenían inclinaciones hacia el judaísmo. Entre estos fue que Pablo encontró la mayor respuesta, pero debe recordarse que este relato no pone mucho énfasis en esta parte de su ministerio. Por ejemplo, es evidente a partir de sus epístolas que los conversos de Tesalónica eran en su mayoría idólatras, sin embargo, ningún indicio de esto se encuentra en Hechos, que habla solo de los judíos y prosélitos (Hechos 17:1-4).

Tampoco se nos informa de todo lo que predicaba el apóstol, sino sólo de lo que se refería al destino del reino terrenal. La doctrina contenida en sus epístolas no se encuentra en Hechos, pero todo es distinto y superior al punto más alto alcanzado en este tratado. A los judíos Pablo les habló de Cristo como lo proclamó Juan el Bautista, y de Su vida antes de Su muerte, resurrección y ascensión, antes de conocerlo.

Las epístolas de Pablo, sin embargo, se basan enteramente en el terreno de la resurrección. Cristo no fue visto fuera de la tierra de Israel hasta que fue visto por Saulo en el camino a Damasco. Nunca mezclemos el testimonio de Hechos con la verdad de las epístolas de Pablo, sino más bien notemos el gran contraste entre ellos. Contrasta el primer sermón de Pedro y el de Pablo. Ambos citan a David. Pedro para probar que Jesús es el Hijo exaltado de David (Hechos 2:30-31). Pablo muestra por su primera cita (Hch_13:33) que Jesús es el Hijo de Dios.

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