Que nadie busque lo suyo propio, sino cada uno las riquezas de los demás. Que nadie busque ni compre carne que, por ejemplo , ha sido ofrecida a los ídolos, y que es útil y agradable para sí mismo, solo porque es de bajo precio; pero en tales cosas procure cada uno la edificación de su prójimo, y no comprándola ni comiéndola, de modo que le cause ofensa o pérdida espiritual. Así Teofilacto.

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