Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas. Los profetas pueden, cuando lo desean, refrenar el espíritu de profecía, y callar, y dar lugar a otros profetas; no se ven obligados a hablar por un impulso irresistible, como los fanáticos paganos; porque, como dice Santo Tomás, el espíritu o don de profecía no es un hábito, sino en parte una inspiración, o impartición de luz y verdad, por la cual Dios ilumina la mente del profeta respecto a hechos futuros, ocultos o divinos ; en parte es una fuerza o impulso por el cual Dios toca el corazón y lo impulsa a profetizar, conservando la libertad de la voluntad.

Así que Jonás y Jeremías se refrenaron en ocasiones, al igual que Moisés (Ex 4:30). La explicación de S. Crisóstomo es diferente. El don de profecía, dice, que tiene el profeta está sujeto al juicio del Colegio de Profetas; pero el primer sentido es más al contexto, porque San Pablo está dando la razón por la cual los profetas debían a su vez ceder el paso unos a otros y callar, a saber, porque el espíritu profético estaba bajo su control.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento