Pero hablo esto por permiso y no por mandato .

1. Permito el acto de copular por vía de indulgencia: no lo prescribo. No, S. Agustín ( Enchirid. c. 78) lo toma: "Digo esto a modo de perdón". La palabra griega denota perdón, y de ahí S. Agustín deduce que es pecado venial tener relaciones sexuales, no por los hijos, sino por el placer carnal, y para evitar las tentaciones de Satanás; porque se da perdón a lo que es pecaminoso. Así también se da indulgencia en lo que concierne al pecado, o en todo caso al bien menor, como bien ha observado Santo Tomás.

2. Que aquí no se da precepto, es también evidente, porque el Apóstol permite a los casados ​​contener por un tiempo, para que se entreguen al ayuno ya la oración; por tanto, si aceptan dedicar toda su vida al ayuno ya la oración, les permite contenerse de por vida.

3. Él dice que se reúnan , y da la razón, "para que Satanás no los tiente a causa de su incontinencia"; es decir , que no haya peligro de que caigas en adulterio, u otros actos de impureza, a causa de tu incontinencia. Por tanto, cuando no existe la causa, a saber, el peligro de la incontinencia, como no existe en los que tienen bastante altivez para reprimirla y domarla, les permite ser continentes de por vida.

4. Dice en el ver. 7, "Quisiera que todos los hombres fueran como yo mismo", es decir , no castos de alguna manera u otra, sino enteramente continentes, solteros, es más, almas vírgenes, incluso como yo, que soy soltero. Así Ambrosio, Teodoreto, Teofilacto, Anselmo, Crisóstomo, Ecumenio y Epifanio ( Hæres. 78), S. Jerónimo ( Ep. 22 ad Eustoch ).

5. En los primeros días de la Iglesia muchas personas casadas, en obediencia a esta admonición de S. Pablo, observaban de común acuerdo la castidad perpetua, como nos dice Tertuliano ( ad Uxor. lib. ic vi., y de Resurr. Carn. C. 8, y de Orland, Virg. C. 13). Lo mismo dice el autor de los comentarios de Sing. Clérigo., dada por S. Cipriano.

He aquí algunos ejemplos de personas casadas, no sólo de baja condición, sino de personas ilustres tanto por su nacimiento como por su santidad y renombre, que conservaron intacta su continencia y castidad en el matrimonio.

(1.) Están la Santísima Virgen y José, que han levantado el estandarte de la castidad no solo ante las vírgenes, sino también antes de casarse. (2.) Tenemos a los ilustres mártires Cecilia y Valeriano, que fueron de tal mérito que el cuerpo de S. Cecilia ha sido encontrado por Clemente VIII. en esta era, después del lapso de tantos siglos, intacto e ileso. (3.) Hay SS. Julian y Basilissa, cuya ilustre vida es narrada por Surius.

(4.) S. Pulcheria Augusta, hermana del emperador Teodosio, hizo voto a Dios de castidad perpetua y, a la muerte de Teodosio, se casó con Marciano, estipulando que debería mantener su voto, y lo elevó al trono imperial; y este voto fue guardado fielmente por ambos, como testifican Cedrenus y otros. (5.) Tenemos al emperador Enrique II. y Cunegunda, la última de las cuales caminó sobre hierro candente para demostrar su castidad.

(6.) Está el ejemplo de Boleslao V., rey de los polacos, que se llamaba la Doncella, y Cunegunda, hija de Belas, rey de los húngaros. (7.) El rey Conrado, hijo del emperador Enrique IV., con Matilde su esposa. (8.) Alfonso II. Rey de los asturianos, que por apartarse de su mujer se ganó el nombre de "el Casto". (9.) La reina Richardis, quien, aunque casada con el rey Carlos el Gordo, conservó su virginidad.

(10.) Pharaildis, sobrina de S. Amelberga y Pepin, era siempre virgen aunque casada. (11.) Eduardo III. y Egitha fueron esposos vírgenes. (12.) Ethelreda, reina de los ángulos orientales, aunque se casó dos veces, permaneció virgen. (13.) Tenemos dos personas casadas de Arverno, de las que habla Gregorio de Tours ( de Gloria Conf. c. xxxii.): "Cuando la esposa estaba muerta, el esposo levantó las manos hacia el cielo, diciendo: 'Te doy gracias , Hacedor de todas las cosas, que como Tú te dignaste encomendármela, así Te la devuelvo sin mancilla de ningún deleite conyugal.

' Pero ella dijo sonriendo: 'Paz, paz, oh hombre de Dios; No es necesario publicar nuestro secreto. Poco después murió el marido y fue enterrado en otro lugar; y, he aquí! por la mañana las dos tumbas se encontraron juntas, como hoy: y por eso los nativos suelen hablar de ellos como los Dos Amantes, y rendirles el mayor honor." Hoy en día se pueden encontrar dos ejemplos de lo mismo.

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