Se acepta según lo que un hombre tiene. En otras palabras, "Da lo que puedas" (Ambrosio, Crisóstomo, Anselmo). Obsérvese aquí 1. que la perfección y mérito de la limosna y de toda virtud consiste en la prontitud de la voluntad y no en la grandeza o el número de los dones; y, por tanto, delante de Dios, cuanto mayor es esta prontitud, mayor es la virtud, aunque por pobreza u otra causa el deseo no pueda desembocar en el acto exterior de dar. Por eso San Pablo dice que se acepta la mente dispuesta, no el don. Cf. San Marco 12:43 .

2. Sin embargo, para que esta prontitud sea aceptada ante Dios, dice Santo Tomás, como verdadera, fervorosa y eficaz, debe salir en acto según lo que tiene, es decir , dar de lo que tiene según su potencia; de lo contrario, sería simplemente un deseo, no una voluntad seria y pronta. No se espera que dé lo que no tiene, como dice S. Pablo. “Que el que tiene”, dice Teofilacto, “haga su trabajo; el que no tiene, ya ha hecho su trabajo al quererlo.

S. León ( Serm. 4 de Jej. Dec. Mensis ) dice: “Gastos desiguales pueden dar méritos iguales; porque la intención puede ser la misma, aunque los ingresos sean muy diferentes; y Anselmo dice: "Aquí todos, sean pobres o ricos, dan por igual, si cada uno da en proporción a lo que tiene".

3. Se sigue que entre los que son igualmente ricos o igualmente pobres, es más liberal y tiene más mérito el que da más. Sin embargo, entre aquellos cuya riqueza es desigual, merece más aquél que da más en proporción a sus medios, aunque absolutamente pueda dar menos que su prójimo más rico. Cf. Tob. 4:9. S. Agustín ( Enarr. en Salmo 104 ) dice: “ Si puedes dar, da.

Si no puede, dé cortesía. Dios corona la bondad interior cuando no encuentra medios fuera. Que nadie diga que no lo he hecho. La caridad no se paga del bolsillo .” Ver. 13. Porque no pretendo que otros estén tranquilos, y vosotros cargados. pero deseo que cada uno piense en las necesidades de los demás según su poder, sin descuidar las propias (Teofilacto).

San Pablo no manda esto, pero lo aconseja. Es, dicen Santo Tomás y Anselmo, un consejo evangélico y, por tanto, un signo de mayor perfección, dar todos tus bienes a los pobres y hacerte tú mismo totalmente pobre. "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres", dijo Cristo (S. Mat 19, 21). Esto lo pueden hacer no sólo los que van a dedicarse a la vida religiosa, sino también los que se quedan en el mundo, como, p.

g ., por la viuda pobre (S. Mar 12:43). No me malinterpreten: cualquiera puede hacer esto siempre que no se ponga en extrema necesidad, y si no tiene familia, a quien esté obligado a mantener. Teofilacto añade que en el versículo siguiente el Apóstol exhorta a los corintios a dar más allá de sus fuerzas, cuando dice "que ahora en este tiempo vuestra abundancia supla la falta de ellos", es decir: Si deseáis una gran recompensa, dad generosamente. ; si por toda la recompensa, dalo todo.

Él entiende la abundancia como una limosna profusa, que abunda más allá de sus fuerzas, como lo elogió San Pablo en los macedonios. La razón es ésta, que tal acto es de suprema y heroica limosna, pobreza, fortaleza y esperanza en Dios.

Tenemos un ejemplo sorprendente de esto en S. Paulinus, obispo de Nola, quien, después de gastar todos sus bienes en los pobres, finalmente se entregó a los vándalos para ser esclavizado en lugar del hijo de una viuda. Su abnegación es alabada por S. Agustín ( de Civ. Dei , lib. ic 10). El hecho demostró que su acción agradó a Dios, pues, cuando vivía como esclavo, fue reconocido por los vándalos bajo la inspiración de Dios, y fue tratado con honor y enviado de regreso a casa.

Santa Paula, de nuevo, fue tan liberal con los pobres que su oración frecuente fue escuchada y, según su deseo, tuvo que ser enterrada a expensas de otros, y con ropas ajenas. S. Jerónimo, en su Vida de ella, la alaba calurosamente por esto. S. Martín, S. Juan el Limosnero y muchos otros son ejemplos de la misma liberalidad. Pero abundancia en este versículo denota más propiamente la abundante riqueza de los corintios; pues S. Pablo la contrasta con la pobreza de los cristianos de Jerusalén, y desea que uno alivie al otro.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento