Entonces respondió Simón Pedro , etc. Pedro , como mayor en rango ( ordine major ), dice S. Cirilo, más firme en la fe, más amante de Jesús, más ferviente en el espíritu, respondió en nombre de los demás Apóstoles, pensando que tal era la mente y sentir de todos. Porque lo que él mismo pensaba de Jesús creía que sus compañeros pensaban lo mismo.

¿A quién iremos? Es decir, dice S. Agustín, "¿Nos envías de ti? Danos otro como tú. ¿A quién iremos, si te dejamos?" Por lo cual dice S. Crisóstomo: "Esta es una respuesta de gran afecto. Porque Cristo era preferible tanto al padre como a la madre".

Tú tienes palabras de vida eterna. Primero, como se dijo: "Tus palabras, oh Jesús, son dulces y vivificantes, porque prometen la misma vida eterna. ¿Quién, sino un necio, las dejaría e iría a otra parte?" San Cirilo dice: "No son duras las palabras, como dicen aquellos capharnaitas, pero tú tienes palabras de vida eterna, que son poderosas para llevar a los creyentes a la vida incorruptible.

"Por tanto, lo que has dicho acerca de tu carne para ser comida, para que por ella obtengamos la vida eterna, aunque todavía no lo entiendo bien, no me escandalizo ni me ofende tus palabras, sino que firmemente las creo para sea ​​cierto, sin dudar que a su debido tiempo los comprenderé mejor, y en silencio rogándote y suplicándote que me hagas hacerlo.

(2.) Por tus palabras, oh Jesús, nos prometes la vida eterna, si comemos tu carne. Estas palabras nos atraen y nos unen a Ti, en lugar de alejarnos. Porque ¿quién no desearía la vida eterna, y tal medio de obtenerla? Por lo que el árabe traduce, ¿ A quién iremos, ya que las palabras de vida eterna están contigo? "De aquí aprendemos", dice Cirilo, "que un solo Cristo, que es capaz de llevarnos a la vida eterna, debe ser seguido como nuestro Maestro".

(3.) Tú tienes las palabras , &c. Porque Tú eres la Vida eterna. Por eso en Tu Carne y Sangre Tú sólo das lo que eres, dice S. Agustín. Tú eres el Verbo del Padre: y por tanto tienes en Ti la vida eterna, porque Tú eres la Vida eterna misma. ¿Qué maravilla, pues, si concedes a los que te comen la vida eterna? Porque Tú concedes lo mismo que Tú eres.

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