Mucho en todos los sentidos: en primer lugar, que se les encomendaron los oráculos de Dios. [Al judío circuncidado Dios le había dado las Escrituras. La ley, los Salmos, los profetas eran suyos, con todas las revelaciones y promesas contenidas en ellos. Revelaron el origen del hombre, su caída y su redención prometida; también describieron al Redentor que había de venir, y prepararon a los hombres para recibirlo y creer en él.

Cuán indescriptible la ventaja del judío en poseer tal registro. Pero el judío no había mejorado esta ventaja, por lo que podemos considerar que le hizo al apóstol esta pregunta adicional: "Pero, después de todo, la mayor parte de nosotros no hemos creído en este Jesús, y entonces, ¿de qué nos sirvieron nuestros oráculos?" ¿en realidad?" El apóstol ahora responde a esta objeción.]

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Antiguo Testamento