Hechos 21:21 . Y son informados de ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a dejar a Moisés, diciendo que no deben circuncidar a sus hijos, ni andar según las costumbres. Esta era, sin duda, la opinión general corriente entre los cristianos judíos que no habían estado personalmente bajo la influencia de Pablo.

Existía un sentimiento generalizado en las comunidades judeocristianas de que el famoso apóstol de los gentiles enseñó al pueblo elegido a 'abandonar a Moisés', a renunciar a sus ritos y ceremonias queridos, a suspender en sus hijos esa peculiar y tradicional costumbre de la circuncisión que para tantos siglos habían distinguido al hijo de Israel del hijo del extranjero gentil. Esta afirmación era falsa.

La enseñanza de Pablo aquí se resume mejor en sus propias palabras a la Iglesia de Corinto: '¿Se llama a alguien siendo circuncidado? que no se haga incircunciso. ¿Alguno es llamado a la incircuncisión? que no sea circuncidado. La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino la observancia de los mandamientos de Dios. Que cada uno permanezca en la misma vocación en que fue llamado ' ( 1 Corintios 7:18-20 ).

Pablo nunca enseñó al cristiano judío a abandonar la ley y las costumbres de sus padres. Él mismo, por el contrario, en varias ocasiones observó conspicuamente los ritos más estrictos del judaísmo; como, por ejemplo, cuando se afeitó la cabeza en Cencrea, cuando vivió como judío con los judíos, cuando, en las circunstancias que se van a narrar, tomó sobre sí mismo el voto nazarítico. Sin embargo, como bien se ha observado, 'el fanatismo es a veces clarividente en su amargura, y los judaizantes sintieron que cuando se proclamó que la circuncisión no tenía nada que ver con las relaciones del hombre con Dios', el día no llegaría lejos. fecha lejana en que dejaría de practicarse la circuncisión, y la milenaria ley ceremonial de Moisés, que la prescribía como rito inicial y principal, se convertiría en letra muerta.

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