Las glorias a las que Dios finalmente exaltará a su pueblo, no pueden ser comprendidas por nadie sino por él mismo. Sus santos estarán por siempre ampliando sus comprensiones; y, sin embargo, en cada período futuro, sus anticipaciones de lo que está por venir los llenará de una adoración más profunda y un celo más cálido, y atraerán alabanzas más fuertes y más dulces a Dios y al Cordero para siempre.

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Antiguo Testamento