Una cosa peor ; un mal peor que aquel del que Jesús le había librado. Todas las enfermedades son consecuencias del pecado. Tanto los sufrimientos resultantes de ellos como la experiencia del alivio deben, por lo tanto, llevarnos a aborrecerlo y abandonarlo, para que así podamos, por la fe en el Redentor, escapar de sus interminables consecuencias.

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Antiguo Testamento