¿No os dio Moisés la ley como si dijera: Mas vosotros sois injustos? porque violas la misma ley por la que profesas tanto celo. Hay una belleza notable en este repentino cambio de sentimiento. Algunos judíos llamaron a Jesús falso profeta, porque en el día de reposo había sanado al impotente en el estanque de Betesda ( Juan 5:9,) pretendiendo que era una grave violación de la ley de Moisés, de la que ningún buen hombre, mucho menos un profeta, sería culpable. En respuesta a estas malas conjeturas, les dijo claramente que, por mucho que fingieran reverenciar la autoridad de Moisés en su ley, no tenían ningún escrúpulo en violar el más sagrado de sus preceptos; habiendo entrado en una resolución de asesinarlo, directamente contraria a cada Ley de Dios y de los hombres; y estar ahora ocupado en tramar conspiraciones secretas contra su vida: una reprimenda, que llegó con singular decoro y fuerza, inmediatamente después de que Jesús, con los argumentos más convincentes, probara su misión de parte de Dios.

El pueblo respondió: Tienes un demonio , o estás loco, o eres movido por la malicia del diablo, o por un espíritu mentiroso; ¿Quién va a matarte? Probablemente estos, que hablaban así, procedían de lugares distantes del país y no conocían el designio de los sacerdotes y gobernantes.

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