Mientras decía estas cosas, los escribas y fariseos empezaron a urgirlo. La libertad que Jesús ahora tomó con el fariseo y sus invitados, los provocó sobremanera, porque eran culpables de los crímenes que les imputaba; y para vengarse, lo instaron a hablar sobre una variedad de temas relacionados con la religión y el gobierno, esperando que dejara caer algo que lo volviera desagradable para el magistrado o para la gente.

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