Porque , o ahora, os hablo gentiles, vosotros, romanos creyentes, y así os hago saber el actual rechazo de los judíos, y la felicidad de los gentiles en su futura restauración, para vuestra precaución y consuelo; en la medida en que soy el apóstol de los gentiles por una designación especial de la divina providencia y la gracia, y en consecuencia tengo la obligación indispensable de comunicarles lo que sea para su beneficio; Magnifico mi oficio Lejos de avergonzarme de ministrarles, me glorío en él, y considero que es el honor más destacado de mi vida el estar tan ocupado.

Y más bien, si de alguna manera Especialmente mediante la conversión de los gentiles; Puedo provocar a la emulación a un esfuerzo por participar de los privilegios del evangelio, así como a los gentiles; los que son mi carne, mis parientes; y podría salvar a algunos de ellos. Podría llevarlos a creer en Jesús, y así ser salvos. Aquí, con un giro muy popular y afectuoso, el apóstol se representa a sí mismo como celoso en convertir a los gentiles, de su gran amor a los judíos.

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