Porque como si hubiera dicho, Su conversión general debería ser deseada, por el admirable beneficio que de ella vendrá a la humanidad: porque si el rechazo de ellos Su rechazo, como se indicó anteriormente; sea ​​la reconciliación del mundo. Una ocasión para enviar el evangelio a los gentiles en todas partes del mundo, y así llevarlos a la fe en Cristo, mediante la cual obtienen el perdón de sus pecados y la reconciliación con Dios; ¿Qué será el recibirlos en el favor de Dios y en su iglesia, sino vida de entre los muertos?Obra milagrosa y productora del mayor gozo para los gentiles convertidos; una alegría como la que se sentiría al recibir a un querido amigo de entre los muertos. Como, en el siguiente versículo, el apóstol habla de la iglesia de Dios bajo el emblema de un árbol, el Dr. Macknight piensa, al usar las palabras η αποβολη, el desecho , “quizás aluda a la práctica de los jardineros, que cortan de la vid y de los olivos las ramas estériles o marchitas, y tíralas.

Según esta noción de rechazo, la reconciliación del mundo , o gentiles, es lo mismo que el injerto de ellos, menciona Romanos 11:17. En este pasaje, la incredulidad y el rechazo de los judíos se representan con justicia como el medio de recepción de los gentiles. Porque, aunque la incredulidad de los judíos puede parecer un obstáculo para la conversión de los gentiles, ha contribuido enormemente a ese acontecimiento. Además de la razón mencionada en una nota anterior, hay que considerar que el rechazo de los judíos fue el castigo por su incredulidad, y que ambos eventos fueron predichos por Moisés y por Cristo. Por tanto, estos acontecimientos, como cumplimiento de la profecía, han fortalecido las evidencias del evangelio y, por lo tanto, han contribuido a la conversión de los gentiles ”. Agregue a esto, hay muchas otras predicciones en el Antiguo Testamento, que demuestran la verdad del evangelio, pero que derivan su fuerza de estar en posesión de los judíos,

En todos los países, por tanto, los judíos son testigos vivos de la antigüedad y autenticidad de todas las profecías por las que se confirma el evangelio. Y su testimonio, que siempre está a la mano, no puede ser cuestionado; porque, habiéndose mostrado desde el principio enemigos acérrimos de Cristo y de su evangelio, no cabe sospechar que hayan falsificado estas profecías o las hayan alterado para favorecernos. Tan poco se puede sospechar que hayamos falsificado o alterado estas profecías. Porque si alguno de nosotros hubiera estado dispuesto a hacerlo, no habría servido de nada mientras nuestros enemigos, los judíos, mantuvieran la integridad de sus copias.

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