Porque no nos volvemos a recomendar a nosotros mismos. Desde este lugar, y desde varios otros en la epístola, no se puede dudar de que el hablar bien de sí mismo de San Pablo le había sido objetado como una falta; y en esto radicaba su gran dificultad, cómo tratar con este pueblo. Si no respondió nada a lo que se habló de él, su silencio podría interpretarse como culpa y confusión. Si se defendía, se le acusaba de vanidad, autocomplacencia y necedad. De ahí que use tantas razones para mostrar que todo su comportamiento se basó en principios muy por encima de todas las consideraciones mundanas; y les dice aquí, de una vez por todas, que la cuenta que él da de sí mismo es sólo para darles a los que son sus amigos, y se adhirieron a él, motivos para justificarse en su estima por él, y para responder a los que se opusieron él.

De esto también puede entenderse la última cláusula; porque se manifiesta en el cap. 2 Corintios 10:7 ; 2 Corintios 10:15 y 2 Corintios 11:12 ; 2 Corintios 11:22 que sus oponentes pretendían algo en lo que se glorificaban, aunque San Pablo nos asegura que estaban satisfechos en conciencia de que no tenían una base sólida para glorificarse.

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