He aquí la esclava, etc. María expresó en esta respuesta tanto una gran fe como una gran resignación. Creía lo que el ángel le había dicho acerca de su concepción y lo deseaba, no con respecto a los inconvenientes a los que podría verse expuesta; además de saber que el poder de Dios podría protegerla fácilmente. Es digno de nuestra observación que María, aunque era una joven virgen, creyera tan fácilmente un acontecimiento, en sí mismo mucho más maravilloso que el que Zacarías, un anciano sacerdote, había encontrado tan difícil de atribuir; y puede observarse que los escritores sagrados son particularmente cuidadosos en registrar casos de este tipo, en los que Dios hace como si fuera de la boca de los niños y los lactantes perfeccionan su alabanza.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad