Por la dureza de vuestros corazones , se refería a su temperamento apasionado, obstinado y perverso, que era tal, que si no se les hubiera permitido divorciarse de sus esposas, algunos no hubieran tenido escrúpulos en asesinarlas; otros se habrían deshecho de ellos sobornando a testigos para probar el delito de adulterio contra ellos. Otros lo habrían considerado una gran apacibilidad si se hubieran contentado con separarse de sus esposas y vivir solteros. Por tanto, Moisés actuó como un legislador prudente al permitir otras causas de divorcio además del adulterio; porque, al admitir lo menor, evitó el mal mayor.

Al mismo tiempo, los judíos, cuya dureza de corazón hizo necesario este expediente, fueron responsables de todos los males que le siguieron; por lo cual, siempre que se divorciaban de sus esposas, a menos que en el caso de adulterio, pecaran contra la ley original del matrimonio, y eran criminales a los ojos de Dios, a pesar de que su ley permitía tales divorcios. Nuestro Señor, como bien observa Grocio, insinúa fuertemente que una disposición más tierna que la que caracterizó a los judíos bajo la dispensación mosaica, podría esperarse justamente de sus discípulos.

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