(14-17) Este reino mesiánico no puede tener nada que ver con la ley; porque si lo tuviera, la fe y la promesa dejarían de tener oficio. La fe y la ley no pueden coexistir. Son los opuestos entre sí. El efecto propio de la ley es el castigo; porque la ley sólo expone el pecado. La fe, por otro lado, es la verdadera clave de la herencia. Pone en movimiento la gracia; y la gracia, a diferencia de la ley, no excluye a nadie. Está abierto por igual a los descendientes legales y espirituales de Abraham; en otras palabras (como lo testifica la Escritura misma), a toda la humanidad, como el representante de quien Abraham está ante Dios.

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