Versículo 7. Pero los cielos y la tierra, que son ahora.  La tierra actual y su atmósfera, que son susceptibles de la misma destrucción, porque todavía existen los mismos medios, (ya que todavía hay agua suficiente para ahogar la tierra, y hay iniquidad suficiente para inducir a Dios a destruirla y a sus habitantes) son, sin embargo, guardados, τεθησαυρισμενοι, atesorados, guardados en el almacén de Dios, para ser destruidos, no por el agua, sino por el fuego en el día del juicio. De todo esto se desprende que aquellos burladores afectaban a la ignorancia del relato mosaico de la formación de la tierra, y de su destrucción por las aguas del diluvio; y de hecho esto está implícito en su afirmación de que todas las cosas continuaban como estaban desde la creación. Pero San Pedro les llama de nuevo al relato mosaico, para demostrar que esto era falso; porque la tierra, etc., que se formó entonces, había perecido por el diluvio y que la tierra actual, etc., que se formó a partir de la anterior, debería, en el día del juicio, perecer por el fuego de la ira de Dios.

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