Versículo 8. En lo que ha abundado... Es decir, en la dispensación de la misericordia y la bondad por Cristo Jesús.

En toda sabiduría y prudencia... Dándonos a los apóstoles las más completas instrucciones en las cosas celestiales por la inspiración de su Espíritu; y al mismo tiempo prudencia, para que supiéramos cuándo y dónde predicar el Evangelio a fin de que fuera eficaz para la salvación de los que lo oyeran. Nada menos que el Espíritu de Dios podía enseñar a los apóstoles esa sabiduría con la que debían instruir a un mundo oscuro y pecador; y nada menos que el mismo Espíritu podía inspirarles esa prudencia que era necesario ejercer en cada paso de su vida y ministerio. Todo hombre sabio no es un hombre prudente, y todo hombre prudente no es un hombre sabio. La sabiduría y la prudencia pueden esperarse en un apóstol que vive constantemente bajo la inspiración del Espíritu Santo. "La sabiduría", según Sir William Temple, "es la que hace juzgar a los hombres cuáles son los mejores fines, y cuáles los mejores medios para alcanzarlos; y da a un hombre la ventaja del consejo y la dirección". "La prudencia es la sabiduría aplicada a la práctica; o esa adecuación discreta y apta tanto de las acciones como de las palabras, en su debido lugar, tiempo y forma. Todo ministro de Cristo necesita todavía esto; y si no permanece bajo la influencia de ambos, no sólo sus oraciones sino también sus labores ministeriales se verán obstaculizadas,

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