Versículo Hechos 22:29 . Después de saber que era romano... 

El que iba a azotarlo no se atrevió a proceder al suplicio cuando Pablo se declaró romano. Un pasaje de Cicerón, Orat. pro Verr. Act. ii. lib. v. 64, arroja la luz más completa sobre este lugar: Ille, quisquis erat, quem tu in crucem rapiebas, qui tibi esset ignotus, cum civem se Romanum esse diceret, apud te Praetorem, si non effugium, ne moram quidem mortis mentione atque usurpatione civitatis assequi potuit? "Sea quien sea el que apresuras al potro, aunque te sea desconocido, si dijera que es ciudadano romano, obtendría necesariamente de ti, el Pretor, por la simple mención de Roma, si no una fuga, al menos un retraso de su castigo". Las secciones sesenta y cuatro y sesenta y cinco de esta oración, que hablan con tanta precisión sobre este tema, son dignas de consideración. De este privilegio dice además, Ib. en el cap. lvii., Illa vox et exclamatio, Civis Romanus sum, quae saepe multis in ultimis terris opem inter barbaros et salutem tulit, c. Esa exclamación, Soy un ciudadano romano, que muchas veces ha traído ayuda y seguridad, incluso entre los bárbaros, en las partes más remotas de la tierra, c.

PLUTARCO también, en su Vida de Pompeyo, (vol. iii. p. 445, edit. Bryan,) dice, sobre el comportamiento de los piratas, cuando habían tomado algún prisionero romano, Εκεινο δε ην ὑβριϚικωτατον κ. τ. λ lo que era más contumaz era esto cuando alguno de los que habían hecho cautivos gritaba, ρωμαιος ειναι, QUE ERA ROMANO, y les decía su nombre, fingían sorprenderse, y estar asustados, y se golpeaban en los muslos, y se arrodillaban (de rodillas) ante él, suplicándole que los perdonara. No es de extrañar, pues, que el torturador desistiera, cuando Pablo gritó que era romano y que el capitán principal estaba alarmado, porque lo había atado.

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