Verso 36. Y mirando a Jesús... Contemplando atentamente, εμβλεψας, de εν, en, y βλεπω, mirar - ver con constancia y atención. Quien desee descubrir las glorias y excelencias de este Cordero de Dios, debe mirarlo así. A primera vista, aparece sólo como un hombre entre los hombres, y como muriendo en testimonio de la verdad, como muchos otros han muerto. Pero, si se le considera con más atención, parece ser nada menos que Dios manifestado en la carne y que, con su muerte, expía el pecado del mundo.

He aquí el Cordero de Dios... Con esto el Bautista quiso dirigir la atención de sus propios discípulos hacia Jesús, no sólo como el gran sacrificio por el pecado del mundo, sino también como el maestro completo de la verdad celestial.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad