Verso Mateo 10:27. Lo que les digo en tinieblas... El hombre debe predicar solo lo que ha aprendido del Espíritu de Dios y sus testimonios; pero que no pretenda traer nada nuevo , o misterioso . No hay nada que concierna a nuestra salvación que sea más nuevo que el nuevo pacto; y en que, hablando con propiedad, no hay misterios : lo que era secreto antes  ahora es manifestado en el Evangelio del Dios siempre bendito. Consulte Efesios 3:1.

Lo que oís al oído... El erudito que explicaba la ley en hebreo tenía siempre un intérprete a su lado, en cuyos oídos susurraba en voz baja lo que decía; este intérprete habló en voz alta lo que le habían susurrado. Lightfoot ha demostrado claramente esto en sus Horae Talmudicae, y es a esta costumbre que nuestro Señor alude evidentemente aquí. El espíritu de la dirección de nuestro Señor parece ser este: todo lo que les hablo es para el beneficio de la  humanidad , - no les ocultes nada, declara explícitamente todo el consejo de Dios; predicad, (κηρυξατε proclamar ), en los techos de las casas. Las casas de Judea eran de techo plano , con una balaustrada alrededor, que se usaba con el propósito de tomar el aire, la oración, la meditación, y al parecer, de este lugar, por anunciar las cosas de la manera más pública. Como no hay campanas entre los turcos, un pregonero proclama todos los tiempos de adoración pública desde los techos de las casas. Cualquiera que se tome la molestia de consultar las siguientes escrituras encontrará una variedad de usos a los que se asignaron estos techos. Deuteronomio 22:8; Josué 2:6; Jueces 9:51; Nehemías 8:16; 2 Samuel 11:2; 2 Reyes 23:12; Isaías 15:3; Jeremias 32:29 y Hechos 10:9.

Lightfoot cree que esto puede ser una alusión a esa costumbre, cuando el ministro de la sinagoga, en la víspera del sábado, tocaba una trompeta seis veces, en el techo de una casa muy alta , que desde allí todos podrían tener noticia de la llegada del sábado. La primera ráfaga significó que debían abandonar su trabajo en el campo: la segunda que debían cesar de los suyos en la ciudad: la tercera que debían encender la vela del sábado, c.

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