Versículo 32. El que no escatimó a su propio Hijo... ¿Y podemos nosotros, sus sinceros seguidores, dudar de la seguridad de nuestro estado, o de la certeza de su protección? No, porque si nos amó tan intensamente, tanto a los gentiles como a los judíos, como para entregar a la muerte a su propio Hijo por todos nosotros, ¿puede negarnos alguna bendición menor? Antes bien, ¿no nos dará gratuitamente todas las cosas? Porque si le dijo a Abraham, que es el padre de los fieles, y representante de todos nosotros, y con quien se hizo el pacto, que, porque no le había retenido a su único hijo Isaac, sino que lo había entregado a esa muerte que creía que su Dios había exigido, en la bendición, lo bendeciría; y en la multiplicación, lo multiplicaría; que su descendencia poseería la puerta de sus enemigos; y que en ella serían bendecidas todas las naciones de la tierra, Génesis 22:16-1; ¿no nos dará ÉL todo lo que se pretendía espiritualmente con estas promesas, cuyo Hijo unigénito no fue sacrificado en una figura, sino realmente, para comprar toda bendición que el alma del hombre pueda necesitar y que la mano de Dios pueda dispensar.  

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