(3) Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús el Señor; ya nosotros sus siervos por (f) amor de Jesús.

(3) Elimina, según su costumbre, toda sospecha de ambición, afirmando que enseña fielmente, pero como un siervo, y testifica que toda esta luz que él y sus asociados dan a los demás, procede del Señor.

(f) Para predicarte este mismo Jesús.

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