(14) Cuya voz entonces sacudió la tierra; pero ahora lo ha prometido, diciendo: (l) Una vez más, no solo sacudo la tierra, sino también el cielo.

(14) Él compara la inquebrantable majestad del evangelio, con el cual todo el mundo fue sacudido, y hasta el mismo marco del cielo quedó asombrado, con el pequeño y desvanecido sonido del gobierno de la ley.

(l) Parece evidente en esto que el profeta habla del llamamiento de los gentiles, que estas palabras deben referirse al reino de Cristo.

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