(3) Entonces Pablo le dijo: Dios te herirá, [tú] (b) muro blanqueado; porque te sientas a juzgarme conforme a la ley, y me mandas herido (c) en contra de la ley?

(3) Nos es lícito quejarnos de las injurias y convocar a los impíos al tribunal de Dios, pero, sin embargo, debemos hacerlo sin odio y con una mente tranquila y pacífica.

(b) Este es un discurso vehemente y severo, pero sin reproche: porque el piadoso puede hablar severamente y, sin embargo, estar desprovisto del amargo afecto de una mente severa y enojada.

(c) Porque la Ley ordena que el juez oiga pacientemente al imputado y pronuncie juiciosamente la sentencia.

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