Estas (1) palabras habló Jesús, y alzó los ojos al cielo y dijo: (2) Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti;

(1) Jesucristo, el Sumo Sacerdote eterno, estando dispuesto a ofrecerse inmediatamente a sí mismo, mediante oraciones solemnes se consagra a Dios Padre en sacrificio, y a nosotros junto con Él. Por tanto, esta oración fue desde el principio, es y será hasta el fin del mundo, el fundamento y fundamento de la Iglesia de Dios. (2) Primero declara que como vino al mundo para que el Padre pudiera manifestar en él (siendo aprehendido por la fe) su gloria al salvar a sus elegidos, así se aplicó a eso solamente: y por tanto desea del Padre que bendeciría la obra que había terminado.

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