(8) Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.

(8) El don de la fe procede de la libre elección del Padre en Cristo, tras lo cual sigue necesariamente la vida eterna: por tanto, la fe en Cristo Jesús es un testimonio seguro de nuestra elección y, por tanto, de nuestra glorificación venidera.

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