Y yo os digo: Cualquiera que repudia a su mujer, excepto por causa de fornicación, y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.

(h) Por tanto, en estos días no se tenían en cuenta las leyes que se promulgaban contra los adúlteros: porque no tendrían necesidad de divorciarse si el matrimonio se hubiera roto con la pena de muerte.

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