REFLEXIONES

¡Bendito sea Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por esta preciosa epístola, entre todas las demás revelaciones divinas del pacto de amor y misericordia en Jesucristo! ¿Qué repaso de las verdades más refrescantes, al repasar este breve pero completo compendio de la santa palabra de Dios, contemplamos, concerniente a las grandes cosas de Dios? Ciertamente, el Señor ha sido muy misericordioso con la Iglesia, en el don de este divino tesoro.

Que el Dador Todopoderoso le agregue otra bendición, y la haga provechosa para siempre para todo hijo de Dios, en cada lectura renovada, mientras la Iglesia continúe en la tierra, hasta que la lleve a casa a la gloria.

Querido Pedro, en verdad eras un anciano cuando, como en este Capítulo, exhortaste a los ancianos. Benditamente llamado por Jesús, benditamente distinguido por Jesús, entre los Apóstoles; No es de extrañar que Satanás te haya marcado como un objeto sobre el cual descargar su malicia infernal, con el odio más decidido. Alabado sea el Señor por tu recuperación de su despojo infernal. Alabado sea el Señor, por haber registrado tanto tu caída como tu restauración.

Y alabado sea el Señor por cada uno de los casos en que ambos han sido bendecidos para la Iglesia, al enseñar, con un ejemplo tan notable, la debilidad de nuestra pobre naturaleza en el más grande de los hombres; y la fuerza de la gracia divina, en la recuperación del pueblo del Señor en los casos más desesperados. ¡Oh! ¡Cuán plenamente prueban ambos que, como bien pudo certificar el mismo Apóstol, que los que son guardados son guardados por el poder de Dios, mediante la fe, para salvación!

¡Lector! No cerremos nuestra meditación sobre este bendito libro de Dios, sin mirar más al Dios de toda gracia, en este relato tan precioso de su misericordia rica, libre y soberana. ¿Qué, sino la gracia, puede llamar a su gloria eterna? ¿Qué, sino la gracia, puede preparar el alma de cualquier individuo para el disfrute de ella? Y qué, sino un Dios de toda gracia, puede soportar, soportar y llevar a casa al hijo de Dios probado y abofeteado, contra el león rugiente Satanás, y a veces los deseos más furiosos del pecado, que surgen en nuestros caídos. ¿naturaleza? Bendito sea el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Cristo Jesús.

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