Hay algo muy sorprendente en el método del Profeta para describir esta visión: la mano del Señor (dice) estaba sobre él. Y es cierto que quien lea este Capítulo, y todo el resto de la visión de Ezequiel, con un entendimiento adecuado a su importancia, también debe, como el Profeta, tener la mano del Señor sobre él. Porque nadie, ni antiguo ni moderno, parecía haber comprendido claramente su significado.

¡Lector! Haremos bien, al entrar en el tema, en buscar instrucciones divinas al respecto: porque nadie más que Él, que se lo dio al Profeta por visión, puede explicarlo para el gozo del alma. ¡Señor! sé tú nuestro instructor!

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