Qué hermosa y llamativa es esta figura del tiesto, para deshacerse de la locura y el peligro de criticar a Dios. Los vasos de barro, golpeados unos contra otros, se romperán; las contiendas entre los hombres son necias; pero la contención contra Dios, en cualquiera de sus dispensaciones, de naturaleza, providencia o gracia, es la locura misma. Igualmente absurdo sería el reproche de un niño a su padre, acerca de su ser.

¿Qué puede engendrar un padre pecador, sino un hijo pecador? ¿O una madre contaminada da a luz, pero también contaminación? ¿Quién sacará cosa limpia de inmunda? ¡Precioso Jesús! ¡Cuán bienaventurado te apareces en todos los sentidos, cuando, en la conciencia de nuestro estado corrupto, sentimos la necesidad de esa fuente que la lanza del soldado abrió en tu costado, por el pecado y por la inmundicia! Zacarías 13:1 .

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