Debo comprender que la matanza de un buey, de la que se habla aquí, no se refiere simplemente al acto de matar a la bestia, sino con miras al sacrificio. Y si hago esto en la idea de una ofrenda, con ello desprecio el gran sacrificio del Señor Jesús; y esto sería lo que el Apóstol llama crucificarlo de nuevo y ponerlo en una vergüenza abierta. Hay un grado de expresión poco común en esas palabras, como si hubiera matado a un hombre; es decir, el hombre Cristo Jesús. Cualquiera que busque sacrificios, ya que el sacrificio del Señor

Jesucristo, a modo de aceptación, declara virtualmente a todos los efectos y propósitos que teme que el sacrificio de Cristo no fue suficiente y, por lo tanto, agrega esto para compensar la deficiencia. Y tal, por la forma en que se puede observar, es, más o menos, el peligro de mezclar algo de lo nuestro con el cuerpo de ofrenda perfecta de Jesucristo, que fue ofrecido una vez para siempre.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad