Cuando él estaba en Jerusalén en la Pascua, en el día de la fiesta, muchos creyeron en su nombre, al ver las señales que hacía. (24) Pero Jesús no se comprometió con ellos, porque conocía a todos los hombres, (25) y no necesitaba que nadie testificara de hombre; porque sabía lo que había en el hombre.

¡Lector! No los detengo más en esos versículos, que para preguntarles, ¿qué más pruebas pueden ser necesarias para la Deidad de su Señor, que lo que aquí se dice? ¿Quién menos que el que hizo al hombre, puede conocer los pensamientos del hombre?

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