REFLEXIONES

¡Bendito Señor Jesús! ¡Qué alabanza, qué agradecimiento, qué amor te debe tu Iglesia, querido Señor, por las muchas manifestaciones repetidas que tan amablemente mostraste a tus pobres discípulos despreciados, después de tu resurrección de entre los muertos! Milagros sobre milagros: y gracia sobre gracia. ¡Oh! Dejad que enseñe a mi pobre alma, ya las almas de todos tus redimidos, de los testimonios sorprendentes que aquí se registran, cuán cercano está Jesús a su pueblo, cuando ellos no lo saben.

¡Sí, Señor! cuánto estás cuidando de todas sus preocupaciones y proveyendo, tanto para su sustento corporal como espiritual, cuando ellos no pueden proveer para ninguno. ¡Oh! por la gracia mostrada a Pedro, para consolar a todos los miembros ejercitados del cuerpo místico de Cristo. ¡Oh! por la fe y el amor, para poder apelar, como Pedro a Jesús, diciendo: Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo.

Alabado sea el Padre, el Hijo y el Espíritu por todas las revelaciones que Jehová ha hecho bondadosamente a la Iglesia del amado Hijo de Dios. ¡Señor! concédenos que todos tus redimidos bajo la enseñanza del Espíritu Santo, con el discípulo que testificó de estas cosas y escribió estas cosas, puedan agregar, de su propia seguridad, y decir, como la Iglesia entonces lo hizo; sabemos que su testimonio es verdadero.

¡Despedida! ¡Por el momento, amado apóstol Juan! Esperamos encontrarnos con tus registros adicionales de tu querido Señor, y nuestro querido Señor, cuando lleguemos a esos preciosos escritos tuyos, bajo la inspiración de Dios el Espíritu Santo, que están en el mismo volumen sagrado. Pero aquí te damos gracias por tu labor en este Evangelio y por todas las preciosas relaciones que has dado de Cristo nuestro Señor. Y bendito, bendito por siempre el que te llamó a este servicio, en su Iglesia.

En breve será llamada a verle toda la Iglesia de Dios, en cuyo seno yacía el amado Apóstol, que escribió estas cosas de su divino Señor. Y luego, todos los redimidos con Juan rodearán el trono y harán sonar sus alabanzas unidas, en un himno completo de acción de gracias, a Dios y al Cordero, para siempre. Amén.

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