¿Qué valiosas muestras del favor divino? DIOS no solo apareció en gloria, para testificar su presencia, sino que también respondió con fuego, para testificar su aceptación de sus servicios. ¡Lector! comenten conmigo, que como el fuego descendió del cielo y consumió el sacrificio, que justamente podría haber consumido sus personas por el pecado; así que el ESPÍRITU SANTO descendió en confirmación de que la ofrenda de JESÚS por el pecado en la cruz fue aceptada, quien sin su ofrenda no habría venido, ni nuestras personas podrían haber escapado de la destrucción.

Observe también los efectos de gracia en la mente de la gente; gritan de alegría; caen abatidos en humildad. Nunca un alma yace más abajo en el polvo, que cuando DIOS exalta esa alma en agradecimiento por misericordia. Somos más humildes en nosotros mismos, cuando somos más elevados en JESÚS. Como Pablo, cuando más débil, más fuerte. 2 Corintios 12: 9-10 ; REFLEXIONES Levítico 9: 1

Al leer este Capítulo, que sea mi felicidad mirar más allá de la letra al espíritu de la palabra sagrada; y aquí, estoy seguro, veré a JESÚS, mi gran Sumo Sacerdote, en todo lo que significa. ¿No fue él desde toda la eternidad apartado, consagrado y ordenado para ser un Sumo Sacerdote Todopoderoso en las cosas que pertenecen al hombre, para hacer la reconciliación por los pecados de su pueblo? ¿Y no se ofreció él, en confirmación de ello, en la plenitud del tiempo, a sí mismo a DIOS, en sacrificio voluntario, sin mancha, ni arruga, ni nada por el estilo? ¿Y no ha entrado ahora, como Aarón en la antigüedad, en el tabernáculo hecho de mano, no en el cielo mismo, para presentarse allí ante la presencia de Dios por nosotros? 

¿No ha bendecido una y otra vez a su pueblo y ha proporcionado las pruebas más incontestables de su amor inalterable? ¿No testifica su presencia ahora, en las asambleas de los fieles, la aprobación del PADRE de todos nuestros servicios espirituales, por pobres que sean en sí mismos, pero verdaderamente valiosos, al ser aceptados en y por él? ¿Y no deberían las muchas muestras de amor de su favor, que corresponden a la gloria manifestada en la iglesia judía, traer consigo las evidencias más seguras de su gracia y suscitar nuestros gritos de santo gozo? ¡Queridísimo JESÚS! Que nunca, nunca te perdamos de vista en todos nuestros acercamientos al propiciatorio, sino que te contemple como nuestro sacrificio, nuestro altar, nuestro sumo sacerdote, nuestro todo.

¡Granizo! CORDERO de DIOS, tú que quitas el pecado del mundo! Alabado sea tu nombre; no necesitas cada día, como aquellos sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios, primero por tus propios pecados, y luego por el pueblo; porque con tu única ofrenda, una vez ofrecida, has perfeccionado para siempre a los santificados.

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