El disgusto de Dios, al parecer, no fue por el viaje de Balaam; porque el SEÑOR había determinado que él sería instrumento de bien para su pueblo y confusión para sus enemigos. Pero era de la malicia secreta en su corazón contra Israel, que él todavía podría, de una forma u otra, hacer de Balac su amigo al maldecirlos.

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