Este versículo viene muy apropiadamente después del anterior, para señalar los principios rectores en aquellos que son los felices participantes de la inefable misericordia de Dios en Cristo; y esto forma una de las marcas y caracteres del Señor, por la cual su pueblo es conocido: Haré (dice el Señor) un pacto eterno con ellos, que NO me apartaré de ellos para hacerles bien; pero pondré mi temor en sus corazones, que NO SE apartarán de mí. Jeremias 32:40

REFLEXIONES

HE AQUÍ, alma mía, cómo Jesús, yendo delante de ti en todos los caminos del deber, así como cumpliendo toda justicia, invoca tu amor, tu alabanza, tu agradecimiento, en su hermoso ejemplo. Y Jesús, en su celo por la gloria de su Padre, se deleitó así en hacer su voluntad y en alabar al Padre por la redención; ¿Y no se dedicarán todos tus afectos a la misma? ¿No cantarás Aleluya y alabarás al Señor en la asamblea de los rectos?

¡Oh! ¡padre Santo! santo en verdad y reverendo es tu nombre. Tu pacto, fidelidad, amor y verdad, hasta mil generaciones, bien puede suscitar el cántico de todo corazón redimido; porque eres tú quien enviaste redención a tu pueblo, y la enviaste en la persona de tu amado y siempre bendito Hijo; haciendo así infinitamente más preciosa la redención y haciéndola querer en nuestros corazones con mil lazos de afecto, amor y deber.

¡Oh! ¡Señor! dame ese santo temor, y ponlo en mi corazón, para que nunca me aparte de ti; y hazme disfrutar de la contemplación de todas tus obras. Que sea mi deleite matutino, mi regocijo del mediodía y mi canto vespertino, el buscar tus tratos bondadosos para con los hijos de los hombres. Y principalmente; ¡Señor! que todos mis pensamientos se ocupen de contemplar la persona, el trabajo, los oficios, el carácter y la relación de Jesús. ¡Aquí, bendito Jesús! que toda mi alma se centre como la abeja sobre la flor más dulce; porque mi meditación en ti será dulce.

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