No he hecho ninguna pausa ni interrupción en estos versículos, porque el tema a través del todo es uno y el mismo. Bajo varias similitudes muy llamativas y elegantes, el salmista en su oración muestra la brevedad de la vida y la vanidad de todas las cosas terrenales para satisfacer los deseos del alma; y de ahí toma la ocasión de buscar un interés en el favor y el amor de Dios, para guiarlo, como extranjero y peregrino, a salvo a casa a través de todo el estado del desierto.

Y sin duda, si esta oración se lee con la mirada puesta en Cristo, que es el único que puede darnos para heredar la sustancia y llenar nuestras almas con riquezas duraderas y justicia, esto será convertir la vanidad de nuestro estado presente en los medios, bajo Dios, de procurar un bien sustancial, y sobrepasar la brevedad de nuestra existencia, en la mayor oportunidad de obtener en Cristo una duración eterna, en una herencia que no se desvanece.

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