• Eclesiastés 8:10

    Asimismo, he observado esto: que los impíos, que antes entraban y salían del lugar santo, son sepultados y reciben elogios en la ciudad donde así hicieron. Esto también es vanidad.

  • Eclesiastés 8:11

    Cuando la sentencia contra la mala obra no se ejecuta enseguida, el corazón de los hijos del hombre queda más predispuesto para hacer el mal.

  • Eclesiastés 8:12

    Aunque un pecador haga mal cien veces y prolongue sus días, con todo yo sé que a los que temen a Dios, a los que temen ante su presencia, les irá bien.

  • Eclesiastés 8:13

    Pero al impío no le irá bien ni le serán alargados sus días como la sombra; porque no teme ante la presencia de Dios.

  • Eclesiastés 8:14

    Hay una vanidad que se hace sobre la tierra: Hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes sucede como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad.

  • Eclesiastés 8:15

    Por eso yo elogio la alegría, pues el hombre no tiene debajo del sol mejor bien que comer, beber y alegrarse. Esto lo acompañará en su duro trabajo durante los días de su vida que Dios le ha dado debajo del sol.

  • Eclesiastés 8:16

    Al dedicar mi corazón a conocer la sabiduría y a ver la tarea que se realiza sobre la tierra (porque ni de noche ni de día los ojos del hombre disfrutan del sueño),

  • Eclesiastés 8:17

    vi todas las obras de Dios. Ciertamente el hombre no logra comprender la obra que se hace debajo del sol. Por más que se esfuerce buscándolo, no lo alcanzará; aunque el sabio diga que lo conoce, no por ello podrá alcanzarlo.

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